Cuando uno emprende un viaje lo hace por encontrarse caminos, personas y sorpresas durante el trayecto, como decía Robert Louis Stevenson (1850-1894): “Yo no viajo para ir a alguna parte, sino por ir. Por el hecho de viajar. La cuestión es moverse”, y eso es lo que a uno le llena, esas personas que se cruzan en tu camino y hay algo que agradecerles:
· Mi primer agradecimiento es para Blas Villalta, Guadalupe Espinar y Miguel Ángel Villalta, que nos han acompañado moralmente durante todo el viaje, nos han visitado en las etapas de Torrenueva, una noche encantadora nada más comenzar este viaje; más tarde, en Villatobas, aparecieron Blas y Guada, para pasar la mediodía con nosotros y reponer las fuerzas perdidas durante el camino; y ya terminando, se unió Juan Carlos, un chico colombiano que hay que darle la enhorabuena, ya que leyó su tesis doctoral esa semana, siendo ya doctor.
Blas Villalta
· Por orden, gracias a Humberto Pacheco, que nos acogió en su casa en Albacete, que nos trató de maravilla y recordamos el viaje juntos por el camino francés, del Camino de Santiago, quiero recordar que en el año 2.000; una mediodía reponedora, una tarde de reparaciones de bicicletas y una noche de tapeo y un té reponedor antes de irnos a dormir.
Humberto con todos nosotros
· El responsable de la empresa www.enaltotajo.com, que nos proporcionó agua en la ruta por la pista forestal que nos sacó a la Hoz del río Gallo, y que nos saludó varias veces desde que charlamos de la naturaleza y su respeto.
· La chica de la piscina de Molina de Aragón, que además de dejarnos utilizar su ordenador para actualizar el blog, nos invitó a los cafés que nos tomamos en la cafetería.
· Aquel anciano de Cobeta que nos enseñó su pueblo, que nos habló de la Guerra Civil y del puente de Trillo, y que de manera visceral no entendía que supiéramos tan poco de la guerra civil española.
Ricardo en Cobeta, después de la charla
· Aquel camarero de Pastrana que nos proporcionó la botella de plástico, para poder llevar el aceite de oliva para cocinar.
· El grupo ciclista de Tarancón, que nos acompañó durante 20 kilómetros hasta casi Tarancón y que al quedarnos descolgados, su coche de apoyo nos proporciono agua y sobre todo, ánimos y aliento.
· Ese ciclista a nuestra llegada a Tembleque que nos llevó hasta el descansadero de la Ruta del Quijote.
· A la abuela de Ricardo, que nos trató de manera formidable, una cena acogedora y tierna, unas camas reponedoras, un desayuno con repostería local y sobre todo, mucho cariño.
· Al chico de la piscina de Horcajo de los Montes, que nos proporcionó la rueda trasera con freno de disco, para poder proseguir nuestro camino.
· A Blas y Omar, más Juan Carlos, por habernos irnos a buscar a la carretera que lleva a la Bienvenida, después de estar perdidos por el Valle de Alcudia.
· Y a toda esa gente que durante el camino nos ha preguntado, qué estábamos haciendo por tierras manchegas y se ha interesado por el camino que estábamos realizando.
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