"...En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellori de lo más fino..."

Bitácora


4 de julio

Todo comenzó en la plaza de Calzada de Calatrava, 1500 kilómetros por delante y cientos de pequeños pueblos esperaban después de cada esfuerzo pedaleando, a los pocos kilómetros Villalba de Calatrava, Bazán y el Viso del Marqués donde tomamos nuestras primeras cervezas, para sobrellevar el calor que hace en esta tierra en el mes de julio.

Omar en Bazán
Se hizo la mediodía y llegamos a Las Virtudes, esa pequeña pedanía, con su famosa plaza de toros cuadrada, mucho calor y una pequeña siesta, antes de partir hacia Torrenueva, donde podíamos descansar en la finca que Omar tiene en esta localidad de Ciudad Real.

5 de julio

Esos primeros dolores de trasero al subirse uno en la bicicleta y más si uno lleva tiempo sin cogerla, la primera parte fue por caminos de la ruta del Quijote que conocía Omar, pasando por la Torre de Juan Abad, Almedina y Santa Cruz de las Cañamos, para de nuevo coger la ruta del Quijote y llegar a Villanueva de la Fuente, donde en una tienda local compramos una enorme sandía, fresquita y que en el parque donde nace el río, disfrutamos de ella.

Villanueva de la Fuente

Una pequeña siesta y partida hacia Alcaraz, al llegar allí, la única caía del viaje, sin importancia y los locales nos comentaron que podíamos pasar la noche en un paraje natural llamado “Los Batanes”, una pequeña presa, que en realidad no deja de ser un lugar paisajístico, pero que no reúne las condiciones para acampar, pero en un pequeño claro pudimos instalar la tienda y pasar la noche, donde en mitad de ella, escuchamos dos enormes disparos, suponemos que los furtivos cazaron algún animal.
Omar con un trozo de sandía
6 de julio

Nos levantamos muy temprano, hacía frío y bajar a Alcaraz requirió de ciertos escalofríos, un par de cafés y emprendíamos la ruta hacia Albacete, por la vía verde de Alcaraz, una ruta preciosa hasta que llegas a unos 27 kilómetros de Albacete, que la llanura y el viento te pueden jugar una mala pasada.
Vía verde de Alcaraz

7 de julio

Salida de Albacete por el carril bici y un paseo encantador por la hoz del río Júcar, para llegar a una carretera de montaña que te lleva a Alcalá del Júcar, antes de ver el cruce a Fuentealbilla, ese pueblo famoso por haber visto nacer a Andrés Iniesta.

Hoz del Júcar
Preguntamos un lugar para pasar la noche, y en una pequeña pedanía cercana a Alcalá del Júcar pasamos la noche, en Tolosa, en un entorno del río Júcar, que se asemejaba a una postal canadiense, pero no, estábamos en Castilla La Mancha.

Lugar donde hicimos vivaqueo

8 de julio

La primera despedida del viaje, Omar, se iba a Escocia y haría las últimas etapas con nosotros unos 9 ó 10 días después, en Casas Ibáñez nos despedimos y le deseamos lo mejor en su próximo viaje. Desayunamos en Las Eras, llegamos después de Casas Ibáñez a Villamalea y una cerveza en Minglanilla, para pasar por La Pesquera y encontrar un lugar quijotesco en la fuente de Los Molinillos, para llegar por la tarde a Enguídanos.

Los Molinillos, cerca de Enguídanos

9 de julio

Una de las etapas más duras, desde que salimos hasta Villora, donde desayunamos un desayuno nada deportivo, bocadillo de morcilla, chorizo y salchichas y donde vimos esos lavaderos que se utilizan para ahorrar agua en época de sequía.

Lavadero de Villora


Serranía de Cuenca

Nuestra llegada a San Martín de Boniches fue dura, pero en un bonito mirador pudimos prepararnos la comida y descansar para la ruta de la tarde, y después de coger unas preciosas pistas forestales llegamos a Boniches, donde descansamos en la tienda de campaña en un meandro del río Cabriel, en el pozo de las mulas.

San Martín de Boniches

10 de julio

De nuevo nos hizo frío al despertarnos, el entorno de Boniches es espectacular y la parada en Cañete se debería hacer obligatoria, pasamos por la Huerta del Marquesado, un precioso pueblo lleno de casas rurales, Valdemeca; y nuestra llegada a Tragacete, subimos al albergue juvenil de San Blas, una dura subida, pero estaba cerrado, por lo que después de comer, bajamos de nuevo a Tragacete, donde en el hotel “El Gamo”, pasamos la noche, se agradece la cama después de unos días de dormir en saco y esterilla.

Lugar de acampada en Boniches

11 de julio

Un día intenso desde que salimos de Tragacete y llegamos a la fuente de la parra, en el Parque Natural del Alto Tajo, ya llevábamos más de 600 kilómetros acumulados; en este día pasamos por Vega del Codorro, por pista forestal a Santa María del Val, para coger otra pista forestal que te lleva al Tobar y llegada a Beteta, donde comimos en su mirador y tomamos un café antes de partir, hacía muchísimo calor y a los 6 kilómetros en Cueva del Hierro nos echamos a la siesta; así que a las 18.00 horas salimos hacia Póveda de la Sierra, para coger la pista forestal que nos llevó hasta el refugio de la fuente de la parra, en el Parque Nacional del Alto Tajo.

Refugio donde pasamos la noche

12 de julio


Desde la fuente la parra, salimos hacia Molina de Aragón, donde pasa la Ruta del Cid, la llegada a Torete, por la hoz del río Gallo es impresionante, y a 7 kilómetros de Molina de Aragón, se ve como todo está despoblado, repusimos fuerzas en la piscina municipal y decidimos coger la bicicleta por la tarde, para llegar hasta Cobeta, uno de los lugares con más encanto de los que visitamos en esta ruta.


Vista desde el mirador de Cobeta
13 de julio

Amaneció en Cobeta, y partimos hacia Riba de Saelices, donde en una tienda local compramos algo para desayunar, no sabíamos que íbamos a coger un tramo de carretera que se hizo interminable, hasta llegar a Cifuentes, pensaba que el viento nos iba hacer retroceder, nos quedamos en una gasolinera descansando antes de llegar a Canredondo, donde comimos, y partimos hacia Cifuentes, donde encontramos los "camping gas" que nos hacían falta para cocinar y ya cuesta abajo, a Trillo, donde pasamos la noche, en su camping.


El río Tajo a su paso por Trillo

14 de julio

Por la mañana en Trillo, reparamos las bicicletas y las dejamos a punto para las etapas futuras. Un paseo por carretera y la sorpresa de llegar a mediodía a Pastrana, quizás fue la etapa más corta 70 kilómetros, pero al ver a la mitad del pueblo vestido de época, decidimos quedarnos a pasar la noche y ver el pasacalles, además de encontrar un apartamento para poder reponer las fuerzas que nos dejamos en la carretera a Cifuentes.


Fiestas en Pastrana
15 de julio

La etapa más larga de la ruta, 130 kilómetros, desde Pastrana a Tembleque, menos mal que nos acompañaron hasta Tarancón, el grupo ciclista de la ciudad y en Villatobas, nos aprovisionaron de viandas nuestros “compañeros morales”, para salir hasta La Guardia y más tarde llegar a Tembleque, donde pasamos la noche.

Paella que hicimos en Villatobas

16 de julio

Personalmente, creo que una parada en Toledo y pasar la tarde sería obligatoria en esta ruta si no se conoce o se tiene la tarde libre para descansar y disfrutar de esta ciudad patrimonio de la Humanidad, pero nosotros conocemos Toledo desde pequeños y por eso decidimos sólo hacer unas fotos; salimos de Tembleque, pasando por Mora y tomando algo en Nambroca, pasando por Cobisa antes de llegar a Toledo por los Cigarrales, una vista impresionante de la ciudad y unos kilómetros por el margen del río Tajo; para pasar los primeros calores del viaje, esos 18 kilómetros que van de la ciudad imperial a Albarreal, donde en su piscina pudimos refrescarnos.

El río Tajo a su paso por Toledo

Más de 100 kilómetros de nuevo, ya que íbamos a pasar la noche en Escalonilla, pero no había ningún lugar natural para acampar y en Carmena tampoco, por lo que pasamos la noche en el frontón del pueblo.

17 de julio

Con las primeras luces el día partimos hacia la vía verde de la jara, pasamos por Cebolla y llegamos a Talavera de la Reina, donde pudimos comprar cámaras de las bicicletas y algo de comida, antes de partir hacia Calera y Chozas por las rutas del río Tajo, de nuevo bastante calor, pero al ir entre maizales y alfalfa, no se sentía tan intensamente.


Vía verde de la jara

La piscina de Calera y Chozas nos refresco y por la tarde salimos por la vía verde de la jara, un paseo tranquilo y disfrutando de la naturaleza, donde en su kilómetro 30, pasamos acampados la noche.

18 de julio

Amanecimos en la vía, y partimos hacia Gargantilla, cogimos agua en la fuente de Sevilleja de la Jara; y paramos en Anchuras a tomar unos cafés, una etapa que estaba siendo muy dura por los montes de Toledo y que el calor hacía que las pedaladas fueran toda una proeza, al llegar a Horcajo de los Montes, una avería casi nos hace que esta hubiera sido nuestra última etapa, pero no fue así y partimos esa tarde por la carretera a Navalpino, ya a las 21.00 en Arroba paramos a tomar un refresco y algo de agua, y a las 22.15 llegábamos a la Puebla de Don Rodrigo, donde dormíamos en la casa de la abuela de Ricardo.


Atardecer cerca de la Puebla de Don Rodrigo

19 de julio

Las largas etapas anteriores, hacían que las piernas estuvieran fatigadas, así que al salir de la Puebla de Don Rodrigo, no llegásemos a Almadén y cogiésemos la carretera a Almadenejos, en donde en su piscina de nuevo Blas, Guada, Miguel y Juan Carlos nos traían un picnic reponedor.

Y el momento crítico de la ruta, cuando al salir de Almadenejos, hicimos 11 kilómetros de ida y otros 11 kilómetros de vuelta a Almadén y regreso a Almadenejos, eran las 20.30, quizás deberíamos habernos quedado allí, o ir por carretera a buscar a Omar a Las Veredas, pero decidimos salir por el Valle de Alcudia y la noche se nos echó encima, a las 23.00 horas estábamos en el río Cabra y saltando con las bicicletas “al lomo” con alforjas y todo, por las vallas que inundan el valle, encontramos el camino principal y por fin, estábamos en la carretera que va a La Bienvenida; podríamos haber hecho noche en el valle, podríamos haber intentado llegar a Las Veredas por el “Track”, pero al final estábamos todos juntos de nuevo en La Bienvenida, con una gran ensalada de tomate y atún que nos preparó Omar, un melón que abrió Blas y Juan Carlos, el colombiano, que observaba esta aventura, con la nostalgia del que ve como se puede transitar con libertad por parajes naturales sin que te asalten guerrilleros o tengas algún incidente nocturno.

20 de julio

Nos levantamos en La Bienvenida, y después de un charla, salimos por la ruinas romanas que se ven desde el ruta de Don Quijote, varias vallas y puertas canadienses y ya estábamos de nuevo en ese mar de encinas, fincas, reses y ganado ovino y vacuno que inundan este valle de más de 130 kilómetros, una mañana de intenso calor hasta Brazatortas, que lo dejamos a la izquierda y por caminos llegamos a Cabezarrubias, donde Omar nos invitó a una comida a base de raciones, ¡qué bueno estaba todo!.

Cabezarrubias

En ese momento Juan decidió terminar en Puertollano, y después de un baño en la piscina de Cabezarrubias, en el cruce hacia Mestanza, quedábamos en la plaza de Calzada de Calatrava al día siguiente, donde todo terminaría después de más de 1.500 kilómetros.

Omar y Ricardo, pasaban por Mestanza y hacían noche en San Lorenzo de Calatrava.

21 de julio

Una noche reponedora y salida hacia el destino que nos vio partir dos semanas antes, a las 12.30 estábamos todos juntos en la plaza de Calzada de Calatrava, el tradicional bocadillo de lomo con una cerveza y esa cita futura para recordar lo vivido.

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